De un Restaurante de Gandía a la Habitación Insonorizada

Introducción

El Rock & Roll siempre ha sido una parte esencial de mi vida, y dentro del vasto mundo de los instrumentos, la batería siempre ha tenido un lugar especial en mi corazón. 

Hay algo en el ritmo y la energía de la batería que me ha cautivado desde muy joven. Sin embargo, nunca había tenido la oportunidad de aprender a tocarla correctamente hasta que un evento inesperado en mi vida cambió todo.

Mi Historia

Todo empezó cuando trabajaba en un restaurante del Grao de Gandía.

Recuerdo que era mi cumpleaños y, para mi sorpresa, mis compañeros de trabajo me regalaron unas baquetas que aún conservo y que se han convertido en un símbolo de mi viaje musical.

Este regalo fue más que un simple gesto; fue el catalizador que encendió mi pasión por la batería. 

Decidido a aprender a tocar correctamente, comencé a tomar clases de batería con un profesor particular.

Nuestras sesiones se llevaban a cabo en una habitación insonorizada de un edificio diseñado para ensayos de grupos de música. Cada lección era una nueva aventura.

Aprendí a coordinar mis manos y pies, a mantener el ritmo y a interpretar las partituras.

La sensación de golpear los tambores y platillos, de sentir el ritmo fluir a través de mí, era indescriptible.

El proceso de aprendizaje no fue fácil. Hubo momentos de frustración y desafío, pero cada obstáculo superado me hizo más apasionado y determinado.

Practicar durante horas, repetir los mismos ritmos una y otra vez hasta que se volvieran naturales, todo valió la pena. La batería no solo se convirtió en un hobby, sino en una forma de expresión y una parte integral de mi identidad.

Por desgracia, actualmente no puedo continuar con mi sueño de ser baterista, ya que no dispongo de economía ni tiempo. 

Pero es algo que todavía tengo en mi mente y mi corazón en espera de poder continuar con uno de mis sueños.

Conclusión

Durante un tiempo, la batería ha sido una fuente constante de alegría y un refugio en momentos de estrés.  Tocar me ha permitido desconectar del mundo y sumergirme en la música.  Mi viaje con la batería me ha enseñado la importancia de seguir nuestras pasiones y de no rendirse ante los obstáculos.

Cada vez que cojo mis baquetas y empiezo a tocar, recuerdo ese día en el restaurante de Gandía y sonrío.

Ese pequeño regalo cambió mi vida de una manera que nunca hubiera imaginado. Esta oportunidad de aprender a tocar la batería de forma profesional fue una de las mejores experiencias de mi vida.

Si hay algo que he aprendido a lo largo de este viaje, es que nunca es tarde para empezar a perseguir un sueño. 

Así que, si alguna vez has sentido la llamada de un instrumento o cualquier otra pasión, no dudes en darle una oportunidad.

Puede que te lleve a lugares y experiencias que nunca habrías imaginado.